Berenice Abbott

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Berenice Abbott

 

Berenice Abbott

 

 

 

Berenice Abbott nació un 17 de Julio de 1898 en Springfield, Ohio. Como otros grandes fotógrafos, no pensó nunca dedicarse a la fotografía. Su motivo de estudios fueron inicialmente la escultura y el dibujo, para lo que se desplazó a Berlín y Paris en 1920.

Trabajó como asistente de laboratorio del fotógrafo surrealista Man Ray, que ejerció gran influencia sobre ella.

En su primera etapa se dedicó al retrato de personalidades célebres, llegando a realizar exposiciones individuales en galerías de renombre en Paris, cuestión importante teniendo en cuenta su condición de mujer.

 

Ayudante de Man Ray, promotora del legado de Eugène Atget —que murió en 1927, poco después de que ella le hiciese un conmovedor retrato—, amiga de todos los integrantes del avant-garde parisino de finales de los años veinte, admirada por Jean Cocteau y James Joyce, polifacética e incansable fotógrafa de los rincones de los EE UU en los años cincuenta.

Consiguió adquirir gran parte de su archivo, que custodió y empleó hasta cederlo en 1968 al Museo de Arte Moderno de Nueva York.

 

 

  

 

Changing New York

 

 

Regresó a Nueva York en 1929 y casi reprodujo fielmente las formas de hacer de Atget en Paris. Quizá Berenice Abbott sea recordada sobre todo por la serie documental Changing New York, un trabajo con el que logró, entre 1935 y 1939, presentar con una mirada realmente moderna a la gran megalópolis que estaba cambiando para convertirse en centro pivotal de la economía y la cultura mundiales. La extensa obra de esta una mujer que no podía estarse quieta, es una figura fundamental de la straight photography (fotografía directa), el movimiento que reivindicó un acercamiento puro a las imágenes, sin los artificios de los primeros maestros que entendían las fotos como una extensión de la pintura. Changing New York, es el trabajo que Abbott abordó gracias a una subvención de la Administración federal estadounidense, como parte de la respuesta gubernativa a la crisis económica. La ayuda llegó en el último momento, cuando la fotógrafa estaba a punto de abandonar la idea —documentar el drástico cambio que se estaba produciendo en la fisonomía y la vida de la ciudad— por la negativa de todas las instituciones culturales a las que acudió a aportar fondos. No encontró editor para el libro hasta que lo publicaron como guía turística Durante seis años, planeando cada foto de una manera cuidadosa, pero sin tratar de esquivar la realidad del  momento, Abbott y sus ayudantes hicieron 305 fotos en gran formato de la ciudad. Aunque algunas se han convertido en emblemáticas e inolvidables, tuvo problemas también para encontrar editor para el libro que reunía las imágenes, hasta que logró publicarlo en 1939, pero convertido en una especie de guía turística que desvirtuaba la idea original: una exploración de la naturaleza de la modernidad, la fusión del pasado con el futuro y el desarrollo de los espacios urbanos. La "desaparición del momento" En lo formal fue una de las primeras fotógrafas en trabajar el género documental. Buscaba la "desaparición del momento" mediante la yuxtaposición de motivos, la búsqueda del "instante de fuga" y el rechazo al enfoque nostálgico y el tipismo que hasta entonces dominaban la fotografía urbana Abbott, que había empezado a hacer fotos en París, ciudad en la que vivió entre 1921 y 1929, siguió afrontando grandes proyectos. En un periodo de descanso de las fotos de Nueva York había viajado al sur de los EE UU para retratar las condiciones de vida en las granjas agrícolas afectadas por la depresión. Fascinada por lo que encontró se dedicó a recorrer la costa este del país más tarde, en 1954, haciendo 6.500 kilómetros. El resultado fue una colección de 2.400 fotos sobre lo que ella llamaba "la escena americana": tiendas, salones de baile, celebraciones...

 

   

    

    

  

 

Entre los años cuarenta y sesenta se dedicó intensamente a la publicación de libros y al estudio, desde la fotografía, de diferentes y variados fenómenos físicos.

Impartió clases y se dedicó a la realización de su trabajo denominados "Ciencia" y "Escenas Americanas".

En uno de sus proyectos, que versaba sobre la documentación de la Carretera Nacional 1, que discurre desde Florida a Maine, descubrió está última ciudad y trasladó su residencia a ella, donde falleció el 9 de Diciembre de 1.991.

 


        

   

 

 

 

 

La retratista de un mundo cambiante

 

 

 

La increíble historia de la fotógrafa estadounidense Berenice Abbott permite varias lecturas. Dos de ellas, en particular, ofrecen información muy valiosa sobre sendas facetas encomiables del ser humano: su habilidad para retratar la realidad con imágenes y su capacidad de sobrevivir a la penuria y la desazón sin vender su alma al diablo.

Al contemplar sus trabajo, se puede comprender hasta qué punto una chica nacida en una familia pobre de Ohio (Estados Unidos) en 1898, que nunca disfrutó de una beca ni tuvo padrinos —más bien, al contrario— enriqueció la fotografía y dejó, de paso, varias lecciones (sobre su oficio y sobre la vida en general) para disfrute de las generaciones posteriores.

 

Destacan cuatro periodos en la vida de Abbott:

 

1.- Sus retratos modernistas de intelectuales, artistas y mecenas (Jean Cocteau, André Gide, Eugène Atget, James Joyce, Sylvia Beach, Peggy Guggenheim)

 

 

 

 

 

2.- Su gran proyecto de arquitectura urbana Changing New York

 

 

 

 

 

3.- Su poco conocida faceta divulgativa sobre ciencias, y su aún menos conocido periplo por la denominada American Scene

 

 

 

 

4.- Un ensayo documental construido en torno a la Ruta 1, que jalona la Costa Este de Estados Unidos.

 

 

 

 

 

Determinación en la penuria

La fotógrafa que sufrió varias decepciones, no pocos desprecios y una escandalosa falta de reconocimiento hasta su vejez. Las clases de periodismo que tomó en dos universidades le aburrieron. En París, donde vivió a principios de los años 20, aprendió el arte del revelado y la impresión de fotografías con Man Ray… quien acabó teniendo celos de ella cuando resultó ser demasiado buena.

Berenice Abbott descubrió para el mundo de la cultura a uno de los maestros de la fotografía, el francés Eugène Atget, y luchó por el reconocimiento de Lewis Hine, pero tuvo que malvender su abundante colección de Atget —de valor incalculable— para subsistir. Dedicó varios años a retratar el alma cambiante de Nueva York, en el periodo de entreguerras, y en los años de la Guerra Fría apostó por la fotografía científica.

Sin embargo, en palabras del fotógrafo Hank O'Neal, que tuvo un contacto muy estrecho en los últimos 19 años de vida de su carrera, Abbott "no conoció más que seis o siete años de relativa seguridad económica" y "tuvo que financiar por sí misma la parte esencial de su obra", pese a haber consagrado 67 años de su vida a la fotografía.

 

 

Una mirada innovadora

Sobre su infatigable investigación de la ciudad de Nueva York, "la fotógrafa propone un trabajo que celebra la transformación de la ciudad", ella se interesa más por la arquitectura que por los habitantes. Decide mostrar planos y contraplanos que permiten estudiar la urbe de diferentes maneras. Renueva los encuadres, la perspectiva de los edificios, la elevación, la relación con el cielo.

Si los retratos de personajes los hizo por encargo, principalmente, el proyecto de Nueva York es personal, se entrega a esa labor y deja de lado el aspecto comercial. En este punto, hay que hacer notar que, como relata O'Neal en su introducción a la monografía editada por Actes Sud en 2010, sus peticiones de financiación para el proyecto neoyorquino fueron rechazadas por la Fundación Guggenheim, la New York Historical Society y la mayoría de los mecenas del MoMA. Es decir, solo un periodo de ese proyecto acabaría siendo auspiciado por el Proyecto de Arte Federal.

Las fotos de Abbott tomadas en el sur de EE UU y a lo largo de los 6.500 kilómetros de la Ruta 1 aportan una visión premonitoria del volumen The Americans de Robert Frank (1958) y remiten, a la tradición documentalista espoleada por la Farm Security Administration.

Más sorprendente, quizá, resulta ver las imágenes científicas tomadas por Abbott, por encargo del Instituto de Tecnología de Massachussetts (MIT). "Aquí se encuentra en la última etapa de su carrera profesional". Se interesa por la ciencia como vector de desarrollo y de pedagogía, en un contexto marcado por la Guerra Fría y el lanzamiento del satélite Sputnik. La propia fotógrafa justificó así su interés por este tema: "Vivimos en un mundo moldeado por la ciencia, pero nosotros, los profanos, no comprendemos o no apreciamos el conocimiento que controla hasta tal punto nuestra vida cotidiana".

 

Puede que Abbott no gozara de mucho predicamento hasta bien traspasada su madurez, pero perseveró en sus proyectos personales, criticó lo que consideraba desviaciones de la vocación documentalista y tuvo las ideas muy claras.

"Creo que no existe un medio más creativo que la fotografía para recrear el mundo actual".

 

 

 

Frases de Berenice Abbott

 

La fotografía sólo puede representar el presente. Una vez fotografiado, la fotografía se convierte en pasado.

 

El fotógrafo es el ser contemporáneo por excelencia; a través de su mirada el ahora se vuelve pasado.

 

Hacer el retrato de una ciudad es el trabajo de una vida y ninguna foto es suficiente, porque la ciudad está cambiando siempre. Todo lo que hay en la ciudad es parte de su historia: su cuerpo físico de ladrillo, piedra, acero, vidrio, madera, como su sangre vital de hombres y mujeres que viven y respiran. Las calles, los paisajes, la tragedia, la comedia, la pobreza, la riqueza.

 

Llevé la fotografía como un pato al agua. Nunca deseé hacer todo lo demás. El entusiasmo sobre el tema es el voltaje que me empuja sobre la montaña de la servidumbre necesaria para producir la fotografía final.

 

Una fotografía no es una pintura, un poema, una sinfonía, una danza. No es justa un cuadro bonito. Es o debe ser un documento significativo, una declaración penetrante.

 

Casi aparece amenazada la existencia del mundo. La imagen es uno de los principales medios de interpretación y por ello su importancia es cada día mayor.

 

La fotografía (si es honrada y directa) tendría que estar relacionada con la vida contemporánea, con el pulso de hoy día.

 

La cámara no es más un instrumento de preservación, es la imagen.

 

La fotografía ayuda a las personas a ver.

 

El fotógrafo crea, desarrolla una visión mejor, más selectiva, más aguda mirando cada vez más detalladamente lo que sucede en el mundo.

 

Estoy de acuerdo en que todas las buenas fotografías son documentos, pero también sé que todos los documentos no son buenas fotografías. Además, un buen fotógrafo no se limita al documento, sino que prueba, descubre.

 

 

 

 

 

 

 

Fuentes:

http://www.elangelcaido.org/fotografos/babbott/babbottbio.html

http://www.20minutos.es/noticia/1416285/0/berenice-abbott/nueva-york/moderno/

http://www.fotonostra.com/biografias/bereniceabbott.htm

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/04/actualidad/1330867974_423184.html

http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/berenice-abbott.html

http://kikediazdelrio.blogspot.com.es/2012/11/berenice-abbott.html

 

Vídeos

http://www.commercegraphics.com/ba.html

https://www.youtube.com/watch?v=ZxZoNh_MwZ0

 

Gracias Jose por la aportación.

 

Saludos.