Robert Mapplethorpe

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Robert Mapplethorpe

 

 

Robert Mapplethorpe: el lado salvaje

(y sexual) de la fotografía

 

 

 

 

Robert Mapplethorpe (Nueva York, 4 de noviembre de 1946 – Boston, 9 de marzo de 1989) es una de las figuras más célebres de la fotografía en blanco y negro de gran formato. Sus series de flores y desnudos son especialmente reconocibles, la elevada carga sexual de algunas de estas últimas le llevaron a ser calificadas pornográficas.

Robert Mapplethorpe nació en Nueva York el 4 de noviembre de 1946. Falleció en Boston el 9 de marzo de 1989 y pese a que han pasado 25 años, todavía hoy hay quienes le recuerdan por generar más de una polémica durante su carrera.

 

Creció Long Island, dentro del Nueva York underground. Cursó sus estudios en ese hervidero artístico que fue el Pratt Institute de Brooklyn desde 1963 a 1970. En su juventud mostró su inclinación por el homoerotismo, el trabajo de Andy Warhol –a quien admiraba– y de ahí su interés por la relevancia de la imagen fotográfica en la cultura y el arte de su tiempo.

 

 

En sus comienzos, Robert Mapplethorpe no se consideraba fotógrafo. «Nunca me gustó la fotografía», llegó a citar. A lo que puntualizó: «no la fotografía en sí. Me gusta el objeto. Me gustan las fotos cuando las tienes en la mano». Sus primeros trabajos con una cámara fueron autorretratos realizados en Polaroid y una serie de retratos de Patti Smith, amiga de Mapplethorpe, para la que realizó para la que además realizó la portada de su álbum Horses. Estas series se presentaban en marcos cuyas formas y pinturas eran tan importantes para el acabado de la pieza como la propia fotografía.

 

Fue a mediados de los años 70 cuando Mapplethorpe abrazó la fotografía prácticamente como único medio de expresión. Adquirió una cámara Hasselblad de formato medio y con ella comenzó a tomar fotografías de su círculo de amigos y conocidos. Entre ellos había artistas, compositores y gente de la alta sociedad, pero también actores pornográficos y miembros de la comunidad sadomasoquista underground. Algunas de estas fotos fueron impactantes por su contenido, pero las fotos eran exquisitas dado el dominio técnico de Mapplethorpe, pero su alto contenido sexual trajo cierta controversia dentro de la sociedad puritana.

 

   

  

 

Durante la década de los 80, se convirtió en un solicitado fotógrafo editorial que realizó retratos de famosos especialmente para revistas como Vogue y Vanity Fair. En este periodo sigue realizando fotografías de desnudos de aspecto escultural, tanto de hombres como de mujeres, pero su estética se refina. A estos trabajos se suman delicados bodegones de flores y retratos de artistas y celebridades con un énfasis en la belleza formal clásica.

 

   

   

 

Mapplethorpe continuó desafiando la definición de fotografía mediante la introducción de nuevas técnicas y formatos para su obra: fotografías Polaroid en color, fotograbados, platino impreso en papel y lino, Cibachromes e impresiones de tinta de color transferida, así como sus anteriores impresiones de gelatina de plata en blanco y negro.

En 1988 realizó un espectáculo con imágenes fotográficas impresas sobre tela. A finales de ese mismo año, Mapplethorpe declaraba para la revista ARTnews:

 

«No me gusta esa palabra, ‘chocante’. Yo busco lo inesperado. Busco cosas que nunca he visto antes…

Estaba en una posición en que podía tomar las fotos. Me sentí en la obligación de hacerlo».

 

El 9 de marzo de 1989, Robert Mapplethorpe fallecía a la edad de 42 años en Boston víctima del SIDA.

 

 

 

El autorretrato como proyección de un ideal

 

 

Bob Mapplethorpe no sabía que llegaría a ser Robert Mapplethorpe, ni siquiera que sería fotógrafo, cuando se encontró por segunda vez con Patti Smith —la que sería su confidente y musa durante años— en el Tompkins Square Park de Manhattan a finales de los años sesenta. Ambos provenían de familias humildes, estaban gestando su vocación artística y tenían la sana intención de no morirse de hambre en Nueva York. Acabarían comiéndose el mundo, pero aún no lo sabían. Lo que sí decidió Smith en ese instante es que iba a llamar Robert a su nuevo amigo, porque intuía que tenía enfrente a alguien muy especial y Bob, simplemente, no encajaba con esa premonición.

 

A raíz de ese encuentro surgiría una complicidad rememorada por Smith en Just kids (2010) y fotografiada por Lloyd Ziff, en un porfolio que exhibió la galería Danziger de Chelsea (Nueva York. “En 1968 Robert vivía con Patti en un apartamento de Clinton Hill, en Brooklyn. Siempre estaban trabajando, haciendo pinturas, dibujos, esculturas…”, recordaba Ziff con motivo de la exposición.

 

Dos años más tarde, el joven estudiante de arte pasaría, de realizar dibujos y collages con fotos ajenas, a hacer sus propias fotografías por recomendación de Patti Smith, con una cámara Polaroid que le prestó la artista Sandy Daley. Había nacido Robert Mapplethorpe, el fotógrafo.

 

Han transcurrido veinticinco años desde que Mapplethorpe, el artista de formación católica que profanó los usos, los temas y la recepción del arte fotográfico, falleció en Boston, enfermo de sida y devorado por demonios internos. Ahora, París bendice por partida doble al fotógrafo malogrado (1946-1989) con una gran retrospectiva en el Grand Palais y con una muestra comparativa (con imágenes y esculturas yuxtapuestas) en el museo Rodin.

 

La muestra en el Grand Palais aborda, a través de más de 250 obras, la carrera del fotógrafo con una intención omnicomprensiva, de manera que el visitante pueda valorar las diferentes etapas del artista y completar su visión más allá de sus imágenes icónicas (desnudos, retratos, flores). Se trata de ir más allá de una muestra parcial, como las que han reflejado líneas temáticas o la selectiva mirada de artistas (Isabelle Huppert, Pedro Almodóvar).

 

 

Todas las facetas de su práctica fotográfica están representadas en esta exposición, que muestra a un autor empeñado en desposeer sus imágenes de cualquier filtro o barrera entre su idea y la obra final. Para expresarlo en sus propias palabras: “Busco la perfección en la forma. Lo hago con los retratos, con las pollas, con las flores”, dijo en una entrevista con Barbara McKenzie.

 

 

Resultado de esa traslación sincera de sus fijaciones y ensoñaciones en imágenes, sin concesión alguna al puritanismo, es la decisión de los organizadores de vetar el acceso a una parte de la muestra, de alto contenido sexual, a los menores de 18 años. Algo que no se veía en la capital francesa desde la exposición del fotógrafo y cineasta Larry Clark (Kids).

 

Pocos fotógrafos han cultivado como Mapplethorpe el autorretrato. La imagen en la que aparece maquillado, travestido, proyecta a una persona resuelta a apropiarse de cualquier recurso que potencie su ideal de belleza. En el catálogo de la retrospectiva, los comisarios lo sitúan al lado de otro autorretrato en el que aparece con el torso desnudo y con ese maquillaje, pero en el que la mirada denota fragilidad. En unos parece buscar el reconocimiento de su estatus de artista, mientras que en otros se representa como rockero, diablo, fauno o sátiro, o subvierte la imaginería religiosa de Cristo cruficado. La persona que conectó mejor con su concepto lúdico del retrato fue Louise Bourgeois, a quien retrató con un pene gigante y con una sonrisa cómplice.

 

 

La obra de Mapplethorpe está muy ligada al conflicto entre el arte contemporáneo y su aceptación en la sociedad. El 12 de junio de 1989, la Corcoran Gallery de Washington se negó a albergar su exposición itinerante The perfect moment en el último momento por las presiones recibidas, que tildaban la muestra de obscena. El público se movilizó contra la censura: varios seguidores proyectaron imágenes de la exposición sobre la fachada del museo. La muestra incluía un autorretrato del fotógrafo, de espaldas y mirando hacia la cámara, con un látigo a modo de cola con el que se había autosodomizado.

 

El director del museo de Cincinnati, que albergó esa misma exposición poco después, fue procesado en lo que The New York Times llamó “el primer juicio penal contra un museo basado en el contenido de una muestra”. Un jurado lo declaró inocente, después de que los testigos de la defensa consiguieran dejar claro que las fotos denunciadas eran la obra de un artista, no un pornógrafo.

 

El debate sobre la subvención del arte heterodoxo, meses después de la polémica sobre la obra Pissing Christ, de Andrés Serrano, llevaría a la aprobación, en el Congreso estadounidense, de una enmienda que supeditaba las ayudas gubernamentales a la evaluación de material considerado como obsceno. El Whitney Museum, la institución que había realizado la primera gran exposición individual de Mapplethorpe cuando este languidecía, inició una campaña nacional con anuncios en prensa bajo el lema “¿Va a permitir que la política mate el arte?”.

 

Hoy, la imagen del látigo forma también parte de la retrospectiva de París, junto con otras de sadomasoquismo y miembros viriles pertenecientes a su X Portfolio. Y en 2012 esas fotos fueron exhibidas en Los Ángeles tras la adquisición de una parte del archivo de Mapplethorpe por parte del J. Paul Getty Trust y el museo LACMA.

 

Actualmente, la obra del fotógrafo de Floral Park (Queens, Nueva York) sigue invitando a sumergirse en sus referencias artísticas, en su vida y en el entorno histórico del Nueva York de los años setenta y ochenta. Hasta ahora, los textos del crítico de arte de The Nation, Arthur C. Danto; del vicepresidente de la Fundación Robert Mapplethorpe, Dimitri Levas, y de la escritora Patricia Morrisroe eran algunas de las referencias más citadas en la bibliografía sobre el autor, junto con los de la cantante y poeta Patti Smith y del escritor Edmund White. Ahora hay que añadir a ese inventario el catálogo de la retrospectiva de París, en el que escriben, además de Smith y White, los comisarios Jérôme Neutres (Reunión de Museos Nacionales-Grand Palais), Hélène Pinet (Museo Rodin) y Judith Benhamou-Huet. Joree Adilman (Fundación Robert Mapplethorpe) y Hélène Marraud completan el equipo de expertos.

 

   

 

White describe el ambiente político y de reivindicación social de los años setenta en EE UU, una época en la que la sodomía era delito en muchos estados, y afirma que entonces muchos galeristas y coleccionistas rehusaban exponer o comprar obra de Mapplethorpe por miedo a ser identificados como homosexuales. También es importante su texto por las reflexiones que hace los prejuicios raciales y el cuestionamiento, desde este punto de vista, de algunas de sus fotos.

 

Benhamou-Huet, periodista y crítica de arte, acaba de publicar su biografía titulada En la vida en blanco y negro de Robert Mapplethorpe (Grasset), que recoge testimonios de personajes clave —amistades, amantes, comisarios, galeristas y coleccionistas— en la vida de Mapplethorpe. En esa relación se incluye, en la parte francesa, a Pierre Bergé, presidente de la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint-Laurent, y a Samia Saouma, “la primera persona que expuso su obra en Paris, en 1979”. Sus declaraciones evocan la escena gay y sociocultural de los años setenta en Nueva York, que halló en las artes visuales y performativas un ámbito de expresión. El libro intenta dibujar, asimismo, a un personaje que proyectó en la fotografía tanto su personalidad como sus criterios estéticos.

 

En el plano personal, el interés del artista por el sadomasoquismo y el ocultismo pueden haber sido una reacción visceral a su educación como católico y al rechazo de sus padres, avergonzados de su estilo de vida. “Había, sin duda, una parte oscura en él”, dice en el libro Marcus Leatherdale, el que habría sido su último amante blanco. “Creo que estaba verdaderamente perdido entre sus demonios, sus monstruos”. Aunque Michael Stout, presidente de la Fundación Robert Mapplethorpe, afirma que el fotógrafo “no era una persona que amara particularmente el dolor y el placer obtenido a través de él” y lo retrata como "voyeur".

 

Que el fotógrafo fuera gay y que la sexualidad entre hombres fuera una parte importante de su obra no quita para que su verdadera obsesión transversal fuera atrapar la belleza de las formas. Para Jérôme Neutres, “la primera provocación de Mapplethorpe fue fotografiar sus modelos desnudos y sus amantes negros con el idealismo de Miguel Ángel, y reivindicarlos como cánones de la belleza de 1980”. El artista, asegura, “utilizó la fotografía para hacer escultura y terminó su obra haciendo fotos de esculturas”. La exposición confirma que utilizó también su dominio de la geometría en la composición y que exploró diferentes formas de impresión y enmarcado con el fin de hacer de cada foto un objeto artístico depurado.

 

 

Para Patti Smith, era “hijo del surrealismo, de la magia negra y del ‘pop art”

 

Su opinión coincide con la de Arthur C. Danto, que hablaba de “la tensión que hay en el corazón del arte de Mapplethorpe, rozando la paradoja”, entre el contenido de una fotografía y el modo de presentarlo. Para el crítico de arte, fallecido en 2013, dicho contenido “es, con frecuencia, suficientemente erótico para ser considerado pornográfico, incluso por el propio artista, mientras que la estética de su presentación es clásica: es dionisíaca y apolínea a la vez”.

 

Para verificar esa teoría, el museo Rodin de París propone por su parte explorar las similitudes entre el escultor francés Auguste Rodin (1840-1917) y Robert Mapplethorpe con una exposición que muestra, yuxtapuestas, 50 esculturas y 102 fotografías. Catherine Chevillot, directora del museo, destaca que es la primera vez que la institución invita a un fotógrafo a dialogar con las obras del maestro. El visitante, dice, se verá sorprendido —a partir del 8 de abril— por “el eco estupefaciente” entre las obras White Gauze (1984) y el Torse de l’Âge d’airain drapé (c. 1895-1896). El proyecto expositivo sigue la estela de la muestra que organizó en 2009 la Galleria dell’Accademia en Florencia.

 

Patti Smith lo llama, en su semblanza escrita para el catálogo, “hijo del surrealismo, de la magia negra y del pop art”, y concluye que el fotógrafo “transformó algunos de los aspectos más complejos de la sexualidad en obra de arte”. Habla de cómo le influyeron la película Cowboy de medianoche (1969) y los filmes de Fellini y Pasolini, de “su admiración por los maestros del retrato fotográfico, como Félix Nadar y August Sander”, y del papel esencial que tuvo en su vida su pareja y mecenas Sam Wagstaff.

 

 

El miércoles, Smith estará en París para asistir a la inauguración y participar en una charla en el Grand Palais. Quizá recordará lo que escribió en Just kids: al relatar el momento en el que el hermano pequeño de Robert le llamó para notificarle su fallecimiento, se dio cuenta de que “comenzó a sonar en la televisión el gran aria Vissi d’arte de Tosca: “He vivido del arte, he vivido del amor”.

 

 

La belleza salvaje de Mapplethorpe

 

 

 

El desnudo masculino alcanzó con Robert Mapplethorpe unas cotas de belleza que muchos equiparan a la perfección de los escultores griegos. Negros o blancos, total o parcialmente retratados, sus modelos desprenden una elegancia minimalista difícil de capturar con la cámara. Famoso en todo el mundo desde la década de los 60 por sus trabajos homoeróticos, durante su última década de vida, Mapplethorpe optó por el refinamiento y la armonía, sin olvidar una brutal carnalidad en su obra.

 

Una caracola con el nácar cuajado de cristales es la primera obra con la que arranca el recorrido. Las curvas y la luz que se proyecta sobre el molusco, tiene la misma carga erótica de las posturas masculinas que vienen después. Un manojo de espigas abrazadas dentro de un vaso de cristal recuerda el baile de cuerpos que tan profusamente retrató en sus primeros años.

 

  

 

El mundo vegetal y animal da paso a una serie de fotografías de gran formato en las que el tema central es una parte del cuerpo. Unas bellísimas manos negras sujetas contra una pared, otras que cubren completamente un rostro, unas terceras que se cruzan en plena danza.

 

Y del detalle al medio cuerpo con piernas que descansan al sol, que forman un ángulo perfecto con el torso o que se cruzan en una pura exhibición elástica. De su modelo y amiga Lisa Lyon muestra el pubis adornado con un cangrejo o su cuerpo completo con el rostro oculto por la falda.

 

 

 

La parte final es una apoteosis de hombres perfectos. Todos negros y con cuerpos sobresalientes. Todos amigos del artista y modelos. Al bellísimo rostro de Jack Walls con un manojo de rastas recogidas en moño, le sigue el musculoso cuerpo de Michael Reed, la impresionante espalda de Michael Roth o la pose frontal de Ken Moody.

 

   

 

Investigador incansable, Robert Mapplethorpe realizó gran parte de su trabajo con una sencilla polaroid. La instantaneidad le venía bien para difundir de manera rápida los retratos de sus amigos. Pero pronto incorporó nuevos formatos y técnicas, sin abandonar el blanco y negro. Fotograbados, platinotipias o cibachrome le sirvieron para depurar al máximo la belleza.

 

 

La carta de amor de Patti Smith a Robert Mapplethorpe

 

 

Lumen recupera «El mar de coral», un pequeño y precioso libro que la cantante y poeta escribió poco tiempo después de la muerte del fotógrafo

 

En 2010, Patti Smith logró el National Book Award, el premio literario más prestigioso de Estados Unidos, con «Éramos unos niños», libro en el que la artista rinde homenaje a su amigo el fotógrafo Robert Mapplethorpe, fallecido víctima del Sida.

 

Esas memorias, que recrean los días que Patti Smith compartió con Mapplethorpe en el artístico Nueva York de la década de los 70, le sirvieron para exorcizar los fantasmas que la acompañaban desde que tuvo que despedir a su amigo, a su alma gemela, aquella fatídica mañana del 9 de marzo de 1989.

 

 

Horas antes de morir, el fotógrafo, agonizante, le preguntó si algún día contaría la historia de su relación, una historia que sabía que ella tenía grabada en la memoria, porque a menudo le había pedido que se la contara antes de irse a dormir. Patti Smith tardó casi veinte años en cumplir aquella «terrible» promesa que le hizo a Mapplethorpe en su lecho de muerte.

 

Pero antes de escribir «Éramos unos niños», la artista realizó un «viaje a través del dolor» que se materializó en «El mar de coral». «Cuando murió, no podía llorar, así que me puse a escribir. Al terminar guardé las páginas. Aquí están esas páginas, mi adiós a mi amigo, mi aventura, mi desatada alegría», confiesa. Una pequeña joya que ahora rescata Lumen, donde la artista puso «todo lo que sabía de él».

 

Descrito por la propia Patti Smith como «una temporada de dolor», este libro de poemas en prosa hablan del amor que Robert Mapplethorpe sentía por el arte y de su relación con la propia autora, enmarcada ya en el tránsito de la inmortalidad.

 

 

 

 

Según explica la artista en la introducción, «El mar de coral» refleja, sobre todo, la «férrea voluntad de vivir» que tenía el fotógrafo, «que era irrefrenable, incluso en la muerte». Así, a través de imágenes y versos, palabras y recuerdos pero, sobre todo, sentimientos, Patti Smith recrea un fugaz pero intenso viaje por la vida de Robert Mapplethorpe, a quien ella amó con la irracional locura del corazón que aún no ha sufrido, que se entrega sin medida.

«Cuando murió, no podía llorar, así que me puse a escribir y aquí están esas páginas»

 

Y es que, «el muchacho que amaba a Miguel Ángel», habitaba «en los sueños, donde habitaba la grandeza, y trató de glorificar aquellos sueños en su obra y procurar ojos nuevos al universo: una nueva forma de ver». Disparos perfectos, obras de arte, febriles actos de amor que se le rebelaron en el «humor amargo del fin de un hombre».

 

Fue Mapplethorpe, según Patti Smith, alguien que «sacudió las bases de la modernidad», un hombre «con toda la gloria a su alcance» que, sin embargo, fue conducido de la mano de Dios a otro jardín, también lleno de sus amadas flores, «encarnación de todas las contradicciones con que se deleitaba». Unas flores que hoy Patti Smith, con este libro y a través de toda su obra, sigue cuidando, tal y como le prometió.

 

 

 

 

 

 

 

Fuentes:

http://graffica.info/robert-mapplethorpe/

 

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/23/actualidad/1395592104_887216.html

 

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/05/23/madrid/1369334805_472244.html

 

http://www.abc.es/20120609/cultura-libros/abci-patti-smith-robert-mapplethorpe-201206071824.html

 

 

Para saber más:

http://www.mapplethorpe.org/

 

http://elespiritudelchemin.wordpress.com/2010/07/06/robert-mapplethorpe-lo-siniestro-lo-hermoso-y-lo-ambiguo/

 

http://elpais.com/tag/robert_mapplethorpe/a/

 

Vídeos:

http://www.youtube.com/watch?v=0DK4sGiMZjA

 

http://www.youtube.com/watch?v=Z-MpMMNlJNU

 

Creo que no valoramos suficientemente el trabajo haces con estos reportajes. Te lo agradezco de veras.

Estoy totalmente de acuerdo con Joaquín.

Una gran recopilación. Guárdalo todo que haremos un librito.

Yo también te lo agradezco. Muchas gracias.

Emilio

 

Gracias compañeros, yo os agradezco vuestros comentarios.

Me parece una buena idea lo de hacer un librillo con los reportajes, los tengo todos en pdf.

Conocía alguna foto de Mapplethorpe, pero no tenía  idea de ni de la temática, ni de la profundidad de su obra.

Gracias por estos preciosos regalos.